Obra escénica que integra danza, artes marciales y meditación presentará cinco funciones a comunidades educativas de la región, para reflexionar sobre relaciones humanas y los estados internos del ser.
Un juego de confrontación que ocupa la improvisación en danza de contacto, las artes marciales y prácticas meditativas para evidenciar en escena un modo de estar presente y relacionarse con otros/as, equilibrando el juego, la lucha, la alegría y el cuidado mutuo. La composición escénica coreográfica dirigida e interpretada por Dimiter Moya junto a cuatro intérpretes y un músico, presentará cinco funciones a colegios los días 14, 21 y 28 de agosto, en las comunas de Máfil, Lanco y Valdivia. Este es un proyecto financiado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, mediante el Fondo Nacional de Fomento y Desarrollo de las Artes Escénicas 2025.

“Una barra de hierro dentro de una nube” es una composición escénica coreográfica que integra danza, música, artes marciales y meditación. Entre abril y agosto llevó a cabo una investigación en danza de contacto marcial y un proceso de creación que culmina una primera fase presentándose ante parte de la comunidad educativa de las comunas de Máfil, Lanco y Valdivia, los próximos 14, 21 y 28 de agosto. Serán cinco funciones seguidas de un conversatorio, para reflexionar sobre las relaciones humanas y los estados de conciencia; la actividad será mediada por parte del elenco.
El director de la obra, Dimiter Moya Montecinos, también intérprete e investigador de una danza marcial, explica el valor de vincular el trabajo escénico con colegios: “Nos interesa la comunidad educativa: estudiantes, junto a docentes y padres, porque la edad escolar es un momento clave en el proceso de consolidación de la personalidad, y donde es ideal adquirir herramientas que apoyen al desarrollo psicoemocional y búsqueda de identidad. Creemos relevante estimular conversaciones sobre quienes somos, y enriquecer los reconocimientos que podemos hacer cuando llevamos la atención dentro de nosotros mismos.”, afirma.
El proyecto -financiado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, mediante el Fondo Nacional de Fomento y Desarrollo de las Artes Escénicas 2025- tomó como concepto base de la investigación grupal la “Espaciosidad”. La conexión con la Espaciosidad -que se estimula por medio de las prácticas marciales, la danza y la meditación- es una vía de descompresión al “yo convencional”, el cual ha normalizado un estar en “compresión”, visible mediante recurrentes estados de agitación, altamente reactivo, con niveles de angustia o ansiedad que derivan en trastornos emocionales y físicos, que aunque no son reconocidos o tratados abiertamente, están presentes. De esta manera, la obra apunta a cuestionar la propia identidad y el estado interno de cada quien, y a conectar con la Espaciosidad interior como motor o impulso creador de movimiento.
“La compresión normalizada parece ser un problema contemporáneo de gran escala. Parece que asistimos a una era de compresión global. Como un calentamiento global, pero dentro de nosotros mismos. Y lo más crítico es que no lo vemos. Nos hemos habituado a la medicación y la evasión sobre estimulando nuestros sentidos para no sentir la compresión. La sobre inmersión en los medios digitales nos tiende a adormecer más todavía. Buscamos formas de descargar la compresión, para luego volvernos a llenar. Detenernos es doloroso, inquietante. Entonces creemos importante partir por conversar de esto. Y conversar de herramientas y entendimientos que pueden conectarnos con un espacio mayor dentro de nosotros mismos, una Espaciosidad de conciencia por descubrir”, agrega el director.
Luego de un proceso de audición, el equipo de intérpretes, compuesto por Luiso Cisternas, Matilde Corvalán, Paz Gatica y Fabián Vera, junto a la dirección de Dimiter Moya, con Anto Little el sonorización y Valentina Kappes en diseño escénico, ha llevado a cabo un minucioso entrenamiento en artes marciales y meditación. A través del entrenamiento somato psíquico que proponen estas prácticas, se genera un impacto interior, en este caso, el reconocimiento de la Espaciosidad. Mediante las dinámicas corporales, modos de respirar, y cierta forma de relacionarse con los propios pensamientos, la atención se va liberando del encapsulamiento del yo.
Como puesta en escena, la obra busca que quienes asistan se conecten intensamente con esta experiencia, aportando no solo a la reflexión sobre la identidad y ese “yo convencional”, sino también a participar de una vivencia sensorial, íntima y sensible respecto a la conciencia y al modo de relacionarse. De esta manera se logra ver representada en escena un devenir en danza de contacto marcial, que presenta un modo de estar presente explorando el riesgo de la lucha desde la Espaciosidad. Finalmente el desborde de vitalidad del rito de confrontación se transforma en el efecto aumentado de la Espaciosidad. La conciencia sin forma fluye sin estancamiento a través de todos los aspectos de la confrontación de fuerzas, y deja en evidencia la coordinación, confluencia, cooperación y cuidado mutuo de los danzantes inmersos en la Espaciosidad.
Las funciones se llevarán a cabo los días jueves 14, 21 y 28 de agosto, con una función en la Biblioteca de Máfil, dos funciones en el Teatro Galia en Lanco y dos funciones en el Teatro Municipal Lord Cochrane en la ciudad de Valdivia. Guiadas por el director y el elenco, a cada función le sucederá una actividad de mediación con carácter teórico-práctico, enfocada en dar a conocer tres conceptos clave que son parte del fundamento de la obra. Estas instancias buscan reforzar la dimensión educativa, impulsando la reflexión como una manera indispensable para permear a la audiencia de los contenidos propuestos. Para facilitar la comprensión de los conceptos abordados, se invitará a las/os estudiantes a realizar ejercicios propios de la meditación y el Taiji, los cuales permiten vivenciar la conexión con la Espaciosidad.